Cuidar de uno mismo

Hola, mi nombre es Raquel, comedora compulsiva en recuperación por la gracia de Dios y viviendo en abstinencia solo por hoy. Después de dos años de pertenecer al programa, el milagro de la abstinencia está ocurriendo para mí y como parte de este milagro, ha surgido el aprender a cuidar de mi misma. Siempre he sido una excelente servidora para con los demás y no me había dado cuenta que para conmigo, no tenía la mínima delicadeza de cuidados, siempre diciendo sí cuando en realidad quería decir no, asistiendo a eventos que no quería por miedo al rechazo, comiendo comidas que no debía porque activaban mi compulsión, solo por complacer a las personas a mi alrededor dentro ellos mis seres queridos, haciendo ejercicio en exceso para ser igual a las personas con las que me relacionaba, viviendo vidas ajenas, queriendo resolver la vida de los demás hiriéndoles algunas veces y otras evitándoles el crecimiento personal.

En los últimos meses he aprendido a cuidarme a mi misma y estas acciones para el cuido de una comedora compulsiva como yo, fueron surgiendo gracias al amor paciente de mi Poder Superior que para mí es Dios, y como respuesta de pedirle a él, que hiciera por mí, lo que yo no podía hacer sola.

Hoy sé que cuidar de mi misma es realizar acciones con amor, ¿cómo?, haciendo de mi abstinencia lo más importante cada día y mi vida dejándola en manos de Dios, pidiéndole que se haga su voluntad y no la mía por medio de la oración o la meditación, tengo una madrina, trabajando los pasos, asistiendo prioritariamente a las reuniones de CCA, tomando alimentos planeados y sanos día a día manteniendo la estructura de alimentación dada por una profesional de la salud, evitando lugares, personas o actividades que puedan activar mi adicción, me alimento emocional y espiritualmente, recito la oración de la serenidad en momentos difíciles, puedo decir libremente “no lo sé”, deshaciéndome de fotografías, números de teléfonos o cualquier objeto que pudiera estimular mi adicción. Evito mi defecto de carácter de aislamiento telefoneando a los compañeros de CCA cada vez que lo necesito aunque mi mente me diga que puedo molestar. Además, tomó decisiones que quizás no son las correctas pero son solo mías, escuchó mi cuerpo cuando me pide descanso o cuando me pide comida para alimentar emociones, planeo tiempo para leer y estudiar la literatura de CCA, practicó la escritura de mis sentimientos muchas veces encontrando respuestas que buscaba o aflorando sentimientos que no imaginaba, de manera agradable dejó saber a los demás cuales son mis limites.

Hoy puedo ver claramente por qué en dos años de estar en el programa no había tenido una serena y deliciosa abstinencia, porque ni la mitad de lo que estoy enlistando era parte de mi vida en CCA, no me había puesto en manos de mi Poder Superior, soltando las riendas de mi vida y dejándole los resultados a él, mucho menos tenía idea de que era cuidar de mi misma.

Gracias a Dios, solo por hoy, continúo cuidando de mí y aprendiendo que mi abstinencia es lo más importante cada día de mi vida, algunas veces no es fácil realizar la acción que corresponde, pero cada día le pido a Dios que me recuerde en esos momentos, que estas acciones valen la pena para no recaer.

Recuerda, la promesa de recuperación del programa CCA es real e infinita, si realmente lo deseas y trabajas en él, ya nunca más estarás solo (a).

Con cariño,
Raquel – CCA Costa Rica